viernes, 24 de octubre de 2008

Era una tarde de invierno, llovía y yo me disponía a pasar una velada más frente a mi viejo televisor. Lo tenía todo preparado, la cafetera, los aperitivos, la manta, el mando a distancia…
Me tumbé y comencé mi habitual ritual, era como un obligación para mí. Me quité las zapatillas, me puse cómodo, me arropé y justo cuando arrullado por la tele cerraba los ojos, un ruido abrumador me sacó de mi letargo. Alguien tocaba la puerta y cuál fue mi sorpresa, cuando aquel individuo, que decía conocerme, me dijo su nombre:

- “Creatividad”, me repitió.
- Mi nombre es creatividad.
- Pero, ¿cómo es posible?, no conozco a nadie llamado así, le dije.

Tanto insistió, que casi no pude negarme a invitarlo a pasar, lo cierto es que sentía curiosidad por saber quién era. Charlamos de muchas cosas, de cuando era niño, de lo mucho que me divertía jugando al escondite, mi primera bicicleta, mis primeros reyes…
Era increíble, como si me conociera mejor que yo mismo, era como si fuera parte de mi, como si hubiera estado toda la vida conmigo pero escondido, observando y escuchando todo lo que decía. Una parte que tenía olvidada por alguna extraña razón.

- ¿A qué te dedicas?, le pregunté.
- Lo sabes, me dijo.
- Repito que me conoces pero es solo cuestión de tiempo que me recuerdes.

Lo cierto es que cada vez sentía más curiosidad, había algo familiar en él, me recordaba mi infancia y me inspiraba una mezcla de amor y ternura.

De pronto tuve una corazonada, pensé que si era capaz de desnudarme, de verlo con los ojos del corazón, quizás llegara a recordarlo. Y así fué, en la medida que iba despojándome de mis vergüenzas, temores, miedos, me sentía más cerca de él, llegué casi a sentirlo como parte de mí, fue una experiencia inolvidable.

De repente sentí el picaporte de la puerta, era la hora que acostumbra llegar mi mujer a casa, sentí vergüenza de encontrarme totalmente desnudo, ¿qué iba a pensar de mi?, ¿qué me había vuelto loco?, sentí la necesidad de vestirme, de secarme las lágrimas, de sentarme correctamente… fue en ese preciso instante, cuando retorné la mirada a mi viejo amigo, y pude observar que el sillón donde se sentaba estaba vacío. No fue un sueño, les prometo que aquel día conocí a la creatividad, que pasé el mejor día de mi vida junto a aquel ser maravilloso.

Lo cierto es que no he vuelto a verlo y desde entonces aún lo busco. Sé que no lo encontraré vestido, he de encontrarlo desnudo como aquel día, por eso procuro despojarme de mis vestimentas cada vez que puedo con la ilusión de verlo nuevamente, pero no es fácil, la gente te ve tal y como eres, te sientes vulnerable y acabas por vestirte con tus miedos y temores.
Solo espero poder reconocerlo la próxima vez que lo vea, que no pase de largo, que me vuelva a dar la oportunidad de sentir eso que llaman CREATIVIDAD.

1 comentario:

LyDiA :D dijo...

Mi madre, la verdad que no se puede negar que encontraste la creatividad, pues es una historia muy bonita y creativa. Sigue buscándola, porque aunque no la veas cada día, se siente que vive dentro de TÍ. Un saludo