domingo, 18 de enero de 2009

SE CIERRA UN CÍRCULO, PERO SE EXPANDE UNA ESPIRAL


Estimados/as alumnos/as: como les indiqué en nuestra penúltima clase (casi nunca para un maestro y para unos/as alumnos/as hay una "última clase"), aunque finalice la asignatura, por imperativo cuatrimestral, y por ello se haya, aparentemente, cerrado un círculo de enseñanza-aprendizaje, no es del todo cierto; ya que como ocurre en la vida, fruto de la magia que hemos provocado entre todos/as, ese círculo se ha transformado en espiral y ha comenzado un nuevo ciclo. Lo creativo tiene mucho que ver con las espirales, círculos que no se cierran del todo y que se expanden ampliánodse o se concentran profundizando. Sí, queridos/as aprendices de seres humanos, o lo que es lo mismo, de seres creativos; gracias al compromiso y la generosidad de cada uno de ustedes para con la asignatura, hemos iniciado el camino de búsqueda de la divinidad. Recuerden que las sociedades más creativas lo son porque están preñadas de amor, de afecto, de emoción; y si ese ser superior que algunos llamamos Dios sabe de algo es de amor. Ustedes lo han querido así, y por eso esta maravillosa experiencia de aprender a ser feliz se ha producido. Por ello les expreso mi más profundo y sincero agradecimiento. Para un maestro no hay mayor regalo que el aprendizaje de sus alumnos/as, y por ello debo sentirme un privilegiado. Se trata ahora de mirar hacia atrás y valorar lo recorrido y por ello les solicité dos nuevas tareas para ser incluidas en el diario creativo, que ya algunos de ustedes han comenzado a comunicar. La primera consistía en volver al principio (¿cuál fue nuestro comienzo, nuestra primera lección? La caja creativa: ¿dónde está la creatividad?), abrir de nuevo la caja y describir lo que ven dentro. Recuerden en momentos de pérdida y desorientación abran la caja y miren hacia dentro y desde dentro, y recitesen a sí mismo: "yo soy creativo/a", "yo tengo derecho a existir", "yo tengo derecho a ser feliz".

La segunda tarea consistía en decir cuál era de la joya escondida de la asignatura. Les reproduzco el cuento a partir del cual nos planteamos evaluar la asignatura intentando localizar, debajo de todas las piedras que hemos colocado durante el cuatrimestre, el precioso diamante sepultado.

Me siento feliz de haberme "rozado" humanamente con ustedes y espero que sigamos en contacto presencial y virtual. En cuanto tenga las calificaciones se las comunicaré por este medio. Un saludo del profe.

CUENTO DE LA JOYA ESCONDIDA

En un país muy lejano vivía un campesino. Un día, mientras trabajaba su campo vio algo que brillaba intensamente. Comprendió que se trataba de una piedra preciosa y que debía tener un valor enorme. Por un momento, su cabeza empezó a soñar con todo lo que podía hacer si vendía el brillante, pero enseguida pensó que la piedra era un regalo del cielo y que debía cuidarla y usarla solamente en caso de emergencia. Tuvo miedo de guardar la joya en la casa así que, cuando anocheció, salió al jardín, hizo un pozo en la tierra, entre los tomates, y enterró allí el diamante. Para no olvidar dónde estaba enterrada la joya, puso justo encima del lugar una roca amarillenta que encontró por allí.
A la mañana siguiente, el campesino llamó a su esposa, le enseñó la roca y le pidió que por ninguna razón la moviera de donde estaba. El campesino como no se atrevía a contarle la verdad porque temía preocuparla, le dijo: «Esta es un piedra muy especial. Mientras esa piedra esté en ese lugar, entre los tomates, tendremos suerte». El matrimonio tenía dos hijos: un niño y una niña. Un día el niño le preguntó a su madre por la piedra del jardín.-Trae suerte- dijo la madre. Y el niño se conformó.
Una mañana, cuando el hijo salía para ir al colegio, se acercó a los tomates y tocó la roca amarillenta (aquel día tenía que presentarse a un examen muy difícil).
Sólo por casualidad, o porque aquel día el niño fue con más confianza a la escuela, el caso es que el examen le salió muy bien y confirmó los «poderes» de la piedra.
Aquella tarde, cuando volvió a casa, llevó una pequeña piedra amarillenta que colocó al lado de la anterior.-¿Y eso?- preguntó la madre.-Si una piedra trae suerte, dos nos traerán más suerte aún – dijo el niño con una lógica indiscutible.
A partir de aquel día, cada vez que el niño encontraba una de aquellas piedras, la llevaba junto a las anteriores. Como en un juego de complicidades o por acompañar a su hijo, también la madre empezó al poco tiempo a apilar piedras junto a las del niño.
La hija, en cambio, creció con el mito de las piedras incorporado a su vida. Desde pequeña le habían enseñado a apilar piedras amarillentas al lado de las anteriores.
Una noche, la niña esperó hasta tarde a que su padre volviera del campo, y le preguntó -Papá, ¿por qué las piedras amarillentas traen suerte? ¿Y por qué las verdosas no? ¿Y por qué tienen que estar entre los tomates?
-Mañana, hija, saldremos juntos al campo y contestaré todas tus preguntas.
A la mañana siguiente, muy temprano, cuando todos dormían en la casa, el padre se acercó a la joven, la despertó y la llevó con él al campo.
-Mira, hija. Esas rocas apiladas guardan un secreto.
-¿Qué secreto, papá?
-Te lo diré. Todas esas piedras están entre los tomates para marcar un lugar determinado del jardín. Debajo de todas esas rocas está enterrado un valioso diamante, que es el tesoro de esta familia. Así como hoy comparto el secreto contigo, tuya será desde hoy la responsabilidad del secreto familiar...
Así, durante años y años, generación tras generación, los miembros de aquella familia acumularon piedras en el jardín de la casa. Se había formado allí una enorme montaña de piedras amarillentas, una montaña a la que la familia honraba como si fuera un enorme talismán infalible. Sólo un hombre o una mujer de cada generación era depositario de la verdad sobre el diamante. Todos los demás adoraban las piedras...
Hasta que un día, vete tú a saber por qué, el secreto se perdió. Quizás un padre murió súbitamente. Quizás un hijo no creyó lo que le contaron. Lo cierto es que desde aquel momento hubo quienes siguieron creyendo en el valor de las piedras y hubo también quienes cuestionaron aquella vieja tradición.
Pero nunca, nunca más, nadie se acordó de la joya escondida...
(Bucay, 2002)

2 comentarios:

PABLO dijo...

debido a mi incapacidad para crearme la entrada al blog, he condeguido llegar hasta aquí.Los comentarios!!aquí me podéis leer!!jaja!!
Y como prometi, osñadiré a cada uno vuestra frase (quizás sea ahora, en época de exámenes,cuando mejor nos venga leerlas).

Suerte y un abrazo!! Pablo.

PABLO dijo...

ANTONIO,
"Disfrutemos por igual nuestros momentos felices e infelices, pues sólo así hayaremos la paz, el equilibrio".

Esta creo que era la más difícil de todas... para (por) qué será.
=)