No sé muy bien cuando fue ese momento que marcó mi vida, ese momento que encontré una situación angustiosa y difícil de seguir.
Todo comenzó cuando prefirió dejarme de lado, postergar nuestra cita y quedar con sus compañeros y amigos y amigas que había tenido de toda la vida, me dio de lado. Y ahí, en ese instante, fue cuando comenzaron a desfilar por mi cabeza las ideas y sentimientos de pérdida, y el dolor que esta situación estaba causando en mi interior.
Yo no entendía que era lo que estaba pasando, pero es que nuestro poder sobre los demás es limitado porque nunca llegamos a saber todo sobre la otra persona, hay que saber afrontar las pérdidas como tales, pero en situaciones como esta no se sabe actuar correctamente.
No entendía porque tenía que compartirlo con otras personas, con compañeros/as y amigos/as y lo digo así para poder reflexionar y darme cuenta de que es una tontería, porque necesitaba ayuda. Pensaba que cuando algo era mío no había nadie que me lo quitara, porque soy yo quien puede mandar y hacer lo que quiera, por eso, es mio, y es de mi posesión.
Para el buen funcionamiento de la relación entre los seres humanos no precisa la confianza, si es que cada uno de los protagonistas, de la misma, puede obtener del otro la información que necesita para poder conseguir el propósito de una buena relación.
He llegado a la conclusión que nadie es, ni puede ser aunque lo pretenda, totalmente transparente. El que se descubra nuestra intimidad haría imposible cualquier tipo de relación social ya que pueden contener propósitos e intenciones que es mejor que puedan permanecer ocultos.
No se puede saber todo sobre la otra persona, esto significaría poseerlo, adueñarse de él o ella, parcialmente o totalmente, por lo que sabemos sobre el otro. Para un buen funcionamiento de la relación debe existir un mínimo de confianza, fiarse del otro, en mayor o en menor medida, aunque la confianza también provoque incertidumbre. Pero todo esto también puede dar lugar a la sospecha, la cual va ligada al miedo. Todas estas son actitudes que se adoptan muchas veces para una determinada interacción con alguien en concreto, pero a la vez son formas de vida, formas de situarse en el mundo.
Una cita muy bonita que tiene relación con lo nombrado anteriormente es la siguiente:
Lo que creemos nuestro amor, nuestros
celos, no son una pasión continua, invisible.
Se componen de una infinidad de
amores sucesivos, de celos diferentes que
además son efímeros, pero que por su
multitud interrumpida dan la impresión
de la continuidad, la ilusión de la unidad.
Marcel Proust, Un amor de Swann.
Todo comenzó cuando prefirió dejarme de lado, postergar nuestra cita y quedar con sus compañeros y amigos y amigas que había tenido de toda la vida, me dio de lado. Y ahí, en ese instante, fue cuando comenzaron a desfilar por mi cabeza las ideas y sentimientos de pérdida, y el dolor que esta situación estaba causando en mi interior.
Yo no entendía que era lo que estaba pasando, pero es que nuestro poder sobre los demás es limitado porque nunca llegamos a saber todo sobre la otra persona, hay que saber afrontar las pérdidas como tales, pero en situaciones como esta no se sabe actuar correctamente.
No entendía porque tenía que compartirlo con otras personas, con compañeros/as y amigos/as y lo digo así para poder reflexionar y darme cuenta de que es una tontería, porque necesitaba ayuda. Pensaba que cuando algo era mío no había nadie que me lo quitara, porque soy yo quien puede mandar y hacer lo que quiera, por eso, es mio, y es de mi posesión.
Para el buen funcionamiento de la relación entre los seres humanos no precisa la confianza, si es que cada uno de los protagonistas, de la misma, puede obtener del otro la información que necesita para poder conseguir el propósito de una buena relación.
He llegado a la conclusión que nadie es, ni puede ser aunque lo pretenda, totalmente transparente. El que se descubra nuestra intimidad haría imposible cualquier tipo de relación social ya que pueden contener propósitos e intenciones que es mejor que puedan permanecer ocultos.
No se puede saber todo sobre la otra persona, esto significaría poseerlo, adueñarse de él o ella, parcialmente o totalmente, por lo que sabemos sobre el otro. Para un buen funcionamiento de la relación debe existir un mínimo de confianza, fiarse del otro, en mayor o en menor medida, aunque la confianza también provoque incertidumbre. Pero todo esto también puede dar lugar a la sospecha, la cual va ligada al miedo. Todas estas son actitudes que se adoptan muchas veces para una determinada interacción con alguien en concreto, pero a la vez son formas de vida, formas de situarse en el mundo.
Una cita muy bonita que tiene relación con lo nombrado anteriormente es la siguiente:
Lo que creemos nuestro amor, nuestros
celos, no son una pasión continua, invisible.
Se componen de una infinidad de
amores sucesivos, de celos diferentes que
además son efímeros, pero que por su
multitud interrumpida dan la impresión
de la continuidad, la ilusión de la unidad.
Marcel Proust, Un amor de Swann.
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